Medica, Madre, Escritora. Autora de El cuerpo habitado (Malisia), Un perro en la puerta de la casa velatoria (Paisanita) y La máquina de diagnosticar (Malisia)
domingo, 31 de marzo de 2013
Sara
Su marido estaba afuera del baño, impávido, mirándola. La observaba como si en su mente maquinara algún designio macabro para ella. Sara sobresaltada de encontrarlo allí y sin entender a que venia dicha mirada, le devolvió el interrogante:
-¿Qué pasa?
-Nada…estas embellecida…
Eso fue un golpe duro de digerir. El nunca era así con ella. Se comportaba de una manera extraña, al aparecer así, al quedársela mirando sin decir palabra. ¿Y si sospechaba algo? ¿Y si sabía que ella era infiel? Imposible. Siempre fueron cuidadosos y su marido era una persona confrontativa. Ya la hubiera humillado de alguna manera o la hubiera ido a buscar cuando ella estaba con Facundo, para demostrar quien era su dueño. No, algo más pasaba. ¿Y si era él quien tenía una amante? ¿Y la culpa hacía que la tratase bien?
(...)
Así como apareció, se fue nuevamente a la biblioteca. Sara miró el reloj y ya daban las 10 menos cuarto. Debía irse pronto si quería que Facundo no pensara que se había arrepentido. Fue a la biblioteca para decirle a Gastón que iría a tomar algo con una amiga, pero nadie había allí. Es más no parecía que alguien hubiera estado trabajando todo el día en ese lugar. Todo estaba calmo, a oscuras. Miró hacia el comedor, igual. Fue al dormitorio, al baño…nada.¿Donde estaba él?
Autor: Miscelaneas de la oscuridad
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