lunes, 29 de agosto de 2016

Querido Mariano, amor:




Escribo esta carta para contarte que desde que te fuiste algo cambió en mí. Tres semanas ya pasaron. Tres largas semanas donde pude reflexionar, analizar, pensar lo nuestro. Nuestro amor… Me pregunto ¿por qué te fuiste? ¿Por qué me dejaste sola? ¿Acaso no fui suficiente mujer para vos? Parece que no. Parece que necesitabas más. Necesitabas la felicidad que te dio esa guacha con la que te acostaste. Con la que me metiste los cuernos una y otra vez. Esa desgraciada que se dice mujer y amiga mía. Pero tranquilo…quedate muy tranquilo que en estas semanas pude revivir cada uno de los momentos de porquería que vivimos juntos. Cada desplante, cada discusión vacía, cada crítica que me hiciste. Yo digo ¿por qué fui tan pelotuda como para seguir aguantándote día tras día? ¿Por qué dejé que me basurearas y me mantuvieras como una sirvienta de tus necesidades? Porque vos te cagabas de risa de mí. Con ella. Con Andreita, como le decías. Con esa desgracia viviente que se dijo mi amiga. Esa falsa amiga que me aconsejaba que te deje, porque en realidad te quería para ella sola. ¡Y yo! Yo dudaba. Dudaba en dejarte. Tenía miedo de hacerte sufrir. Y me cagaste la vida. Me dejaste sola para irte con ella.

Pero tranquilo. No te estreses ni desesperes porque desde que me dejaste, me encargué de visitar a cada uno de tus estupendos amigos. A Javi que siempre supe que me tenía ganas y yo me hacía la tonta. Viste lo lindo que es, tan alto y musculoso. No como vos que tenés esa panza cervecera tan antiestética. A diferencia tuya a él le gustó mi ropa interior de encaje negro. Sí. Y también a Fabián. Con esos rulos maravillosos, y sus ojitos claros. Con él desahogué mis penas en el jacuzzi que mandaste a poner en la piscina. Ese que salió tanto y al que te dije “¿Te parece amor? ¿No sería mejor pensar en un hijo…agrandar la casa?” Y vos te reíste con aquel proyecto. Bueno, al final tenías razón, lo disfruté. Y no sabés cuanto.

Pero no quiero aburrirte con los detalles. Solo necesito decirte que agradezco que me hayas abierto los ojos. Lo agradezco de corazón, porque me di cuenta de que soy deseada y por eso mi autoestima está bien alta. Andá con Andreita, disfrutala, y cuando te canses de ella no vuelvas, porque no tengo ni un maldito segundo disponible para vos. Ya no.

Autor: Soledad Fernández (Misceláneas) - Todos los derechos reservados 2016
Imagen hallada en la web

domingo, 21 de agosto de 2016

Aquiescencia





 
¡Mirá cómo estás! Las ojeras que tenés son tan profundas como el infierno en el que vivís. Tan terribles como lo que estás a punto de hacer. ¿Por qué? /No me preguntes eso. No quiero escuchar tus reproches. No quiero. / ¿Cuál es el objetivo de todo esto? No entiendo…no te entiendo Ana. / ¿Acaso no está claro? ¿No es lo mismo que con vos? ¿No es la necesidad del otro el que nos lleva a hacer cosas locas, a cometer errores? Mis errores son eso. Se basan en esa necesidad… / ¿En la necesidad de agradar? / No es tan simple y lo sabés muy bien. No es agradar lo que quiero. Es más profundo que eso. Más… / ¿Más que? ¿Necesitás la aprobación de cada uno de los que te rodea? ¿Es eso? ¡Por favor Ana! Madurá de una vez. / Es tan solitaria mi vida…es tan difícil seguir así. Desde chica sentí que… / No me vengas con esos enrosques freudianos. No a mí que te conozco desde siempre. ¿A mí no me necesitaste nunca? Bueno te digo algo: yo siempre estuve a pesar de que te sintieras sola. Yo siempre estuve y no necesité nada a cambio. Porque los sentimientos se basan en otra cosa, Ana. / ¿En qué? No quiero saberlo. Ya no. Es muy tarde. / ¿A qué le tenés miedo? / A lo mismo que todo el mundo…al rechazo. A la soledad. A no ser amada. / ¿Y eso justifica los actos que estás por cometer? ¿Cuánto de tu cuerpo estás dispuesta a dar para ser aceptada por…? / Decilo. Por él. Porque él es nuestra vida. ¿O no? Si él nos deja ¿qué será de nosotras? Solo la oscuridad y el desamor. Prefiero entregar todo antes que perderlo. / ¿Y eso te asegura que nos amará? No estoy convencida. Nunca lo estuve. Siempre desconfié de él y te lo dije más de una vez. Si te ama no te pide sacrificios. Si te ama, lo hace tal y como sos. No pide nada cambio. El amor es natural, no reclama. Él es falso. No nos merece Ana. / Lo voy a hacer… / No, por favor. Mirame. Miranos. Tu rostro marcado por el tiempo, por la infelicidad lo dice todo. Observá nuestro reflejo. Ya no hay luz y esa luz la perdimos por él. No nos ama. Nunca lo hizo. No nos merece. No merece semejante sacrificio. / Él se acercó…él… / Él no nos ama. Él te traicionó tantas veces. Te obligó a entregar tu dignidad, la nuestra. Te hico su esclava. Nos exprimió. Nos vació…y ahora… / Sí. Ahora pide esto. Yo tampoco lo entiendo. Quisiera tener una vida normal… / Una vida normal. ¿Qué es una vida normal? Ni yo lo sé. / Alguien que lo de todo, que se ponga en tu piel y te respete. / Esa soy yo y no él. Lo sabés muy bien. ¡Mirame, carajo! Dejá eso en la mesita de luz. Déjalo ahí nomás. No termines con nuestras vidas. ¿Qué voy a hacer yo sin vos? No existo sin vos. Soy vos. ¿No entendés? Soy lo único que te mantiene acá. La única que te hace reflexionar…acerca de estas locuras. Soy… / Sí. Sos la culpable de mantenerme a raya. Sos la que no me deja disfrutar, la que señala las contradicciones. Las mías, las nuestras. Y te odio como me odio. En fin…Sea lo que fuere, si me lo pide o si no me ama es lo mismo. El resultado es el mismo. Mi corazón no resiste más. “No quiero una vida con vos”, dijo y voy a eliminarme, a eliminarnos de la ecuación. No importa tu coherencia. No importa lo que digas. Hoy es nuestro fin. / Adiós Ana. / Adiós Ana…

Autor: Soledad Fernández (Misceláneas) – Todos los derechos reservados 2016
Imagen encontrada en la web

lunes, 1 de agosto de 2016

Psicópata





¿Y ahora qué hago? Esto no es real. No es real…
No llames la atención. Tenés que seguir con tu vida normal. Sos el primer sospechoso. Te van a interrogar, les va a decir que tenés una coartada y listo. No pongas esa cara de estúpido. Pensá. Pensá en algo que sea convincente. En realidad deberías haberlo pensado antes pero como sos tan boludo vas a tener que tapar los agujeros de la historia.” 

Yo no quise…no te escucho…no quiero escucharte.
Ya sé que no quisiste. Pero lo hiciste. A ver…podrías decir que estabas jugando a la play conectado a la red. Sí, podrías hacerlo. Cada noche hacés eso. Como si no tuvieses nada más para hacer. Ah no, pará: exactamente no tenés nada más para hacer. Sos tan inútil que termina siendo una buena coartada. Sí ya sé, soy muy duro. Pero te metiste solito en esto y el único que te puede ayudar soy yo. ¡No llores! Los hombres no lloran. No me hagas darte un sopapo porque soy capaz…”

No seas así conmigo…
Bueno, bueno. Tengo que ser así. Así somos los padres. Basta de lágrimas. Papá te ama, lo sabés. Es amor paterno. Nada raro. Vamos a ver que podemos inventar. Conmigo no podías estar…sería extraño realmente. No te creerían o te internaría de cabeza. Quizás eso sería una buena solución. Después de todo estás acá conmigo y no deberías hijo. Mejor repasemos los detalles, el horario. Porque si tenés que mentir, al menos que sea convincente. Contame, a ver…”

¡Basta! No estás acá, no estás acá. Esto no está pasando.
¿Podés parar un poquito? Pensá que es un ataque de estrés. Podría ser eso. Viniste a la casa de esta piba que te calienta y no te da pelota. Estudiaste con ella. Le quisiste dar un beso y ella te rechazó. ¿No fue así? Decime si no fue así.” 

¡Basta!¿Por qué aparecés ahora?
Porque me necesitás, boludo. Por eso aparezco. Porque sin mí sos un fracasado que se manda cagada tras cagada y no sabe arreglar nada. O tenés miedo de que te denuncie por lo que me hiciste, mariconcito. ¿No será que en realidad la pibita esta te encaró y vos te la sacaste de encima y ella que no es ninguna tontita empezó a llamarte putito? ¡Claro! ¡Así fue! Te llamó putito y vos la estrangulaste ¡con esas manitos femeninas que tenés!”

¡No soy gay! Te lo dije mil veces. Me gustan las mujeres. Una sola en realidad.
¿Y por qué la mataste entonces? Por lo mismo de siempre: porque sos un renegado invertido.”

¡Te digo que no soy gay! Ella…yo la amo. La amo tanto que podría explotar. Pero ella jamás... Ella me dijo que siempre sería mi mejor amiga. No quiero una amiga. Quiero una mujer. Esa mujer. Vos no entendés nada…
Entonces contame de una vez que me estoy impacientando.”

Te cuento y te vas. Jurame que te vas. ¡Jurá!
Está bien, lo juro”

Estábamos estudiando. Ella tenía puesta esa blusita que sabe que me encanta…lo sabe. Se hace la tonta pero sabe que me trastorna. Se le transparentaba el corpiño. Podía imaginar esas tetas en mi pecho. La deseaba desde siempre. Desde que la conocí. Pero solo éramos amigos. Eso era tan frustrante. Tan…me volví loco. Ella se acercó para explicarme no sé que mierda de matemáticas y pude oler ese perfume que siempre lleva. La imaginé desnuda y ya sabés que pasa cuando uno piensa eso.
Se te paró, boludo. Decilo que no es vergüenza. Sos macho. Eso significa.” 

Pará un poco… sí, me pasó eso. Me calenté y la quise besar. Me le abalancé en realidad. Fui torpe y ella se rio de mí. Entonces la tomé por la nuca y la besé como hacen los hombres. Como me explicaste papá.  Pero ella se quiso zafar. Me mordió y lo peor de todo me dio un cachetazo. Entonces la agarré del cuello y apreté con bronca. Con mucha bronca. Con la frustración de todos esos años que la esperé. Ella tenía que entender que así no se me trata. Apreté y apreté hasta que sentí un crack entre mis dedos, como cuando rompés un hueso de pollo… todavía lo siento en mis manos. Es una sensación extraña… entonces quedó toda floja. Con los ojos abiertos y sus labios azulados. ¡Juro que no quise matarla! Solamente…
Solamente querías que fuera tuya ¿no? Pero bueno las cosas son así. No tenés coartada. Y seguimos acá. En cualquier momento va a llegar alguien…”

¡No! Tenemos que hacer algo. Me tenés que ayudar.
Te escuchaba y me iba… ¿no te acordás hijo? Estás solo.”

¡Hijo de puta! No me vas a dejar solo. Te prohíbo que me dejes solo. No otra vez. ¿Querés que te pida perdón? ¿Eso querés? Fue un accidente. No sabía que el arma estaba cargada. Quería asustarte nomás. Por favor, no me dejes. Perdoname. Es que…me decías esas cosas horribles. ¿Cómo esperas que un hijo te quiera si le decís afeminado todo el tiempo? Yo no sabía qué significaba eso. No lo sabía. Y quise asustarte. No soy un asesino. ¡No lo soy!
Bueno, deja de lloriquear. Lo único que te queda por hacer es prender fuego todo. Dale. Me pareció ver un bidón de kerosene en el garaje. Rociala y prendela fuego.”

Y después ¿qué hago?
“No sé. Después tenés que vivir con esto como viviste con mi muerte a cuestas. Nadie te descubrió…”

Tenés razón. Nadie me descubrió.
Dale, movete. Prendé fuego todo.”

****************

Es lindo el fuego, pa. Me gusta cuando todo se pone naranja y lo malo desaparece. Gracias. Me diste un futuro a pesar de lo hijo de puta que fuiste conmigo. Fuiste el primero en mi lista. Fuiste el que me dio adrenalina. Esconderte fue difícil. No como ahora que el fuego consume todo y enmascara mis errores. Dejarte en aquel pozo ciego me costó, pero a fin de cuentas, pertenecías a ese lugar. A la bosta. Y ella pertenece al infierno por puta. Gracias, papá. Ahora solo me queda buscar otra presa, y disfrutarlo esta vez. 

Autor: Soledad Fernández (Misceláneas) – Todos los derechos reservados 2016