viernes, 21 de noviembre de 2014

Desesperanza y una decisión





Siento que me disuelvo en el tiempo.
Mi cuerpo se desgarra, se desintegra en la nada misma, en el espacio cósmico.

¿Dejo de ser?

Soy una pizca microscópica de polvo estelar, una insignificante partícula en este universo de personas anónimas y apuradas. Personas que viven sus vidas a pesar de mí. Nadie se detiene a verme, a preguntarme. ¿Y si fuese tu hija? ¿Y si fuese tu madre? Quiero ser. ¿Quiero?

Desaparezco. El mundo sigue, continúa, rueda. No soy nada. Lo que fui dejé de ser, muté. ¿Evolucioné? No lo creo.

¿Qué decisiones hicieron que llegase a este punto?
¿Qué piezas fueron movidas, corridas, derribadas para que yo llegase a esta instancia?
¿Y si sacase una? ¿Y si quisiera cambiar?

Es tarde ya. El mundo sigue, mi decisión fue tomada. El cambio no es posible, ya no. Ya cambié muchas veces y no sé quién soy hoy. Soy una anónima más; un ente sin rostro, sin sonrisa, sin felicidad. No me gusta esa en la que me convertí. Quiero sentir pero tengo miedo de las sensaciones. Tengo miedo…

Mi alma se pierde en la nada. Ninguna luz viene a buscarme, ningún ser celestial viene por mí. No hay puertas, no hay nubes, no hay luz. Solo esta ausencia y la oscuridad que me rodea, me carcome.

¿Será por mi decisión?

¿Es que en la vida uno no puede equivocarse? ¿Y si yo me equivoqué? ¿Y si decidí mal? ¿Merezco acaso esta eternidad de nada? Parece ser que sí. Parece que las decisiones tienen peso para alguien… aunque ya no sé para quién.

¿Y si me arrepiento? ¿Me vendrás a buscar? ¿Estarás allí cuando te necesite?

“No bajes los brazos”, escucho. ¿Será mi atormentada mente o serás vos que me pedís que no me vaya? No lo sé, pero deseo que no sea un pensamiento.

Me vendieron tantas mentiras, que ya no sé en qué creer, que esperar. Es más fácil abandonar, claudicar. Es más sencillo no esperar nada…

Es más fácil dejar de ser.

Algo se acomoda dentro de mí: si, es más fácil morir, pero no me gusta lo facil. Sí, me doy cuenta de eso. Quiero que la vida me desafíe. Que me grite en la cara, que me diga “no podés”, porque eso enciende mi llama, la mantiene viva. Me acciona, me provoca. No me gusta el camino fácil. La vida no lo es y me aferro a eso.

Y abro los ojos, y dejo el metal y veo el sol. 

Autor: Misceláneas de la oscuridad - Todos los derechos reservados 2014

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