-¡Tranquilo Franco! Lo encontré tirado en la plaza…
Maura trató de serenarlo, aunque Franco parecía más
alterado de lo debido.
-¿Que es lo que no me estas contando? ¡Por favor!
¡Quiero ayudarte!
La joven sonaba muy angustiada, motivo por el cual él se
dio cuenta de que el sentir era genuino. Entonces se tranquilizó, respiró
profundo y le contó tal cual había sido lo vivido desde el momento en que puso
sus pies en aquel pueblo.
Maura habrió los ojos en forma desmesurada ya que lo que él
le estaba contando era realmente fuerte. ¿Tendría acaso alguna enfermedad
mental? Ese pensamiento la asustó. Sin embargo, si se analizaban estrictamente
los hechos, todos los sucesos se relacionaban con el pueblo, la casa y el
colgante. Algo en común deberían tener. Y Maura hizo hincapié en esta cuestión.
-¿Te parece que realmente sea así?
Franco desconfiaba, pero una frase de Maura lo puso en
razones:
-Es eso o estás loco…esquizofrénico paranoide diría
yo…-y rió con la frase.
Ella quería ponerle un poco de humor a la realidad.
Pero no dejaba de ser eso… realidad y si querían cambiarla debían actuar ya.
-Entonces, ¿Qué hacemos primero?
Preguntó ansioso Franco que ya estaba entregado a los
hechos y a su destino, sea cual fuere.
-Bueno… -dudó Maura -¿qué te parece si rastreamos el
origen del colgante?
Acto seguido se sacó el colgante y se lo entregó a
Franco. Este dudó en tomarlo, pero finalmente lo hizo. Lo miró de frente,
aunque con respeto: era hermoso. Tenía la forma de un círculo dorado lleno de
pequeños circones cúbicos, dividido en dos por una pequeña barra de metal
plateado y en el extremo inferior, un rectángulo con una hendidura en el medio.
Ambos lo miraron de frente y de revés. Nada. No brindaba mucha información,
aunque nuevamente a Franco le parecía familiar. Lo deslizó entre sus dedos,
como si el tacto le diera una perspectiva diferente, una que la vista no le
podía dar y en ese instante el colgante cayó al suelo e hizo un ruido
particular. Buscaron desesperados en el jardín y al levantarlo notaron que las
partes estaban flojas. Sus componentes se movían como si fueran dos elementos
de un mismo objeto…
-Necesitamos saber más de este colgante…y sé a quién
preguntarle.
Maura lo miró y le preguntó quien sería esa persona, a
lo que Franco le respondió con toda la naturalidad del mundo, “a la señora de
la feria”.
El vivir en un pueblo pequeño tiene sus ventajas.
Entre ellas está la de ubicar fácilmente a cualquier persona, sobre todo si pertenece
al lugar. Si bien Franco no conocía quien era esa mujer o donde vivía, alguien
en todo Huetel sabría, y la fuente de conocimiento social era el papá de Maura,
el Sr. Torreldai.
A la mañana siguiente fueron al almacén para conseguir
pistas en esta cacería misteriosa. Hablaron con el Sr. Torreldai que se prestó
a la búsqueda, más que gustoso. Sin embargo, la cuestión tardaría algunos días.
Ambos quedaron algo desconcertados. Esta búsqueda los
había animado y ahora nuevamente a esperar…. ¿que se podría hacer en el
mientras tanto?
A Maura le brillaron los ojos y Franco, que sabía como
maquinaba el cerebro de su actual novia, la miró con interrogación:
-¿Porqué no comenzamos desde el principio?- dijo
Maura.
-¿A que te referís?
-¡Simple, sigamos los pasos exactos que te llevaron al
acontecimiento del parque!
Franco lo pensó un instante. ¿Que puertas abriría? Y
más aún, ¿A donde los llevaría? ¿A qué lugar oscuro arrastraría a Maura? y tan
solo por conocer “la verdad”… ¿valdría la pena?
Y como si las mentes de ambos estuvieran conectadas,
Maura le dijo tranquilamente:
-Vale la pena correr el riesgo junto a vos…
El la besó, no solo en los labios sino también en el
alma. Y comenzaron la travesía.
Maura organizó un croquis para orientarse y no perder
el objetivo, más allá de lo que ocurriese. En primer lugar, en el listado de
pasos a seguir, ella había escrito “viaje al pasado”. Franco la miró con cara
de no entender a que se refería, hasta que Maura preguntó lo obvio:
-¿Porqué viniste a “este” pueblo?
Franco se sintió raro, aunque combatió
la sensación efectivamente. Nunca se había puesto a pensar porqué Huetel. Trataba de indagar
en los rincones de su mente el momento en el que buscó información acerca del
pueblo, o al menos, el momento en que lo seleccionó en el mapa. Nada. Parecía
como si de antemano supiera a donde ir o al revés, como si algo lo hubiera
hecho ir hasta ese preciso lugar.
Maura esperaba una respuesta, preocupada. Mientras
tanto, observaba como Franco palidecía primero, y luego de ello como entraba en
trance, el cual ella tenía miedo de interrumpir. Al fin tomó coraje y lo
sacudió. Franco salió sobresaltado de aquel episodio, como se sale de estar
sumergido en aguas profundas, y respiró una bocanada de aire vital.
“El funeral de mi tía”, dijo atolondradamente “el día
que supe que debía venir aquí fue el funeral de mi tía” y se sentó para
recuperar fuerzas.
-Tendremos que ir al cementerio, entonces- dijo la muchacha -Allí veremos si la sensación vuelve o si has dejado
alguna pista que nos esclarezca tu decisión. Mañana temprano saldremos.
Maura convenció a Franco para que fuese a descansar,
ya que el viaje sería largo y con la excusa de preparar todo para el día
siguiente, ella se quedó levantada un momento más, pensando.
Tomó el colgante y se lo quedó mirando por un rato. Su
mirada estaba extasiada con la imagen y no podía dejar de apreciar la
magnificencia de su diseño. Tenía la sensación de que el colgante la estaba
atrapando en un ensueño del que no se podía librar por más que se esforzase.
Ese ensueño, era un presagio de que algo malo había sucedido o estaba por
suceder…y que esto la involucraba de alguna manera. El miedo llenó su corazón y
entonces apartó su mirada bruscamente del colgante y lo tapó con un repasador.
“Tiene oscuros poderes”, pensó.
Se dirigió a la computadora e inició el google, pero
¿Cómo se llamaría la tía de Franco? Buscó entre las fotos que una vez él le
había enseñado y miró si tenía algún nombre… nada. Sin embargo, en la foto de
los padres había una misteriosa frase:
“sigue la llave de (tu) corazón, te llevará a un mundo nuevo…”
Dudó un momento, ¿seguiría con la investigación? Tal
vez él sabía todo y nada decía… siguió buscando en las cajas. Solo había un
sobre sin remitente. En el mismo se leía: Franco
este es el inicio.
¿Lo abriría? ¿Estaría bien hacerlo? Por otro lado, el
sobre estaba completamente cerrado ¿Por qué Franco nunca lo había abierto? Se
animó y abrió el misterioso sobre y para su sorpresa se encontró con numerosos
recortes de diarios. Uno de ellos decía:
“Pareja local pide desesperadamente por su hijo
desaparecido. Franco Marconi desapareció de la puerta de su casa, ocurrió hace
dos días. Con solo dos años, la madre afirma que no pudo ir muy lejos solo.
Aquel que haya visto al niño por favor avisar a sus padres, tiene un colgante
con forma de corazón que se transforma en llave…”
Miró el pueblo de donde era originario el periódico:
Huetel. ¿Cómo era posible que él no supiera todo esto? Se quedó meditando y
decidió que se lo diría cuando el momento fuera propicio. Necesitaba saber como
encajaba la tía en todo esto, si es que esa mujer era realmente su tía.
Estaba guardando todo en el sobre, cuando otro recorte
le llamó la atención:
“Pareja local continúa en la búsqueda de su hijo
perdido. Dos meses han pasado y aún no hay pistas en el caso. Ni la policía
local o provincial tiene alguna idea de que fue lo que pasó. Los padres del
niño, en un acto de desesperación, consultaron a la bruja del pueblo. La misma
ha lanzado una maldición, a todos aquellos que estuvieran involucrados en la
desaparición del niño, “cosas horrorosas les pasará”, dijo.”
¿Qué es esto? ¿Será verdad?, pensó Maura con cierta
preocupación. Ella comenzó a temer por el destino de todos. Guardó el sobre en
su cartera y se fue a dormir, aunque no pudo hacerlo fácilmente.
Continuará...
Autor: Misceláneas de la oscuridad - Todos los derechos reservados 2013
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