domingo, 21 de agosto de 2016

Aquiescencia





 
¡Mirá cómo estás! Las ojeras que tenés son tan profundas como el infierno en el que vivís. Tan terribles como lo que estás a punto de hacer. ¿Por qué? /No me preguntes eso. No quiero escuchar tus reproches. No quiero. / ¿Cuál es el objetivo de todo esto? No entiendo…no te entiendo Ana. / ¿Acaso no está claro? ¿No es lo mismo que con vos? ¿No es la necesidad del otro el que nos lleva a hacer cosas locas, a cometer errores? Mis errores son eso. Se basan en esa necesidad… / ¿En la necesidad de agradar? / No es tan simple y lo sabés muy bien. No es agradar lo que quiero. Es más profundo que eso. Más… / ¿Más que? ¿Necesitás la aprobación de cada uno de los que te rodea? ¿Es eso? ¡Por favor Ana! Madurá de una vez. / Es tan solitaria mi vida…es tan difícil seguir así. Desde chica sentí que… / No me vengas con esos enrosques freudianos. No a mí que te conozco desde siempre. ¿A mí no me necesitaste nunca? Bueno te digo algo: yo siempre estuve a pesar de que te sintieras sola. Yo siempre estuve y no necesité nada a cambio. Porque los sentimientos se basan en otra cosa, Ana. / ¿En qué? No quiero saberlo. Ya no. Es muy tarde. / ¿A qué le tenés miedo? / A lo mismo que todo el mundo…al rechazo. A la soledad. A no ser amada. / ¿Y eso justifica los actos que estás por cometer? ¿Cuánto de tu cuerpo estás dispuesta a dar para ser aceptada por…? / Decilo. Por él. Porque él es nuestra vida. ¿O no? Si él nos deja ¿qué será de nosotras? Solo la oscuridad y el desamor. Prefiero entregar todo antes que perderlo. / ¿Y eso te asegura que nos amará? No estoy convencida. Nunca lo estuve. Siempre desconfié de él y te lo dije más de una vez. Si te ama no te pide sacrificios. Si te ama, lo hace tal y como sos. No pide nada cambio. El amor es natural, no reclama. Él es falso. No nos merece Ana. / Lo voy a hacer… / No, por favor. Mirame. Miranos. Tu rostro marcado por el tiempo, por la infelicidad lo dice todo. Observá nuestro reflejo. Ya no hay luz y esa luz la perdimos por él. No nos ama. Nunca lo hizo. No nos merece. No merece semejante sacrificio. / Él se acercó…él… / Él no nos ama. Él te traicionó tantas veces. Te obligó a entregar tu dignidad, la nuestra. Te hico su esclava. Nos exprimió. Nos vació…y ahora… / Sí. Ahora pide esto. Yo tampoco lo entiendo. Quisiera tener una vida normal… / Una vida normal. ¿Qué es una vida normal? Ni yo lo sé. / Alguien que lo de todo, que se ponga en tu piel y te respete. / Esa soy yo y no él. Lo sabés muy bien. ¡Mirame, carajo! Dejá eso en la mesita de luz. Déjalo ahí nomás. No termines con nuestras vidas. ¿Qué voy a hacer yo sin vos? No existo sin vos. Soy vos. ¿No entendés? Soy lo único que te mantiene acá. La única que te hace reflexionar…acerca de estas locuras. Soy… / Sí. Sos la culpable de mantenerme a raya. Sos la que no me deja disfrutar, la que señala las contradicciones. Las mías, las nuestras. Y te odio como me odio. En fin…Sea lo que fuere, si me lo pide o si no me ama es lo mismo. El resultado es el mismo. Mi corazón no resiste más. “No quiero una vida con vos”, dijo y voy a eliminarme, a eliminarnos de la ecuación. No importa tu coherencia. No importa lo que digas. Hoy es nuestro fin. / Adiós Ana. / Adiós Ana…

Autor: Soledad Fernández (Misceláneas) – Todos los derechos reservados 2016
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