Abro mis ojos y estoy parada en
el medio de un campo. La brisa me roza y siento mis piernas desnudas. “Es un
sueño”, pienso. Miro a mi alrededor y veo una pequeña niña. Debe estar aterrada.
Está sola con su pequeño vestido blanco y descalza, como yo. La oscuridad nos
envuelve, nos aísla como en una burbuja, pero solo puedo pensar en ¿qué hace la
niña sola en este lugar? ¿Y yo? Me acerco lentamente. No quiero asustarla. No. La
miro y ella me devuelve una mirada oscura, vacía. Mi pecho se contrae. Me evoca
un pasado olvidado, muy guardado en el inconsciente. Un recuerdo se filtra como
un gusano carroñero. Es mi infancia, es de noche como ahora, pero hace mucho. La
oscuridad de entonces me invade otra vez. Y como entonces, toma mi cuerpo y se
apodera de mis sentidos. Un grito. Un berrinche. Un cuchillo. Rojo, muy rojo. Soledad.
Veo a la niña y noto el vestido
manchado de sangre. Miro sus manos y veo el brillo del metal. Años de tormento,
años de culpa reprimida. Explota mi cabeza, estalla mi corazón. Lloro porque sé…
sé que ha vuelto y esta vez es por mí.
Autor: Soledad Fernández
No hay comentarios.:
Publicar un comentario