Día 1:
“Se pronostican
fuertes tormentas en todo el territorio nacional. Hay alerta meteorológico por
abundante caída de agua en poco tiempo. Se recomienda el abastecimiento de los
hogares con provisiones para apalear la situación. No sacar la basura hasta
nuevo aviso. Consumir agua segura.”
—¿Ernesto escuchaste? Justo
que empezás las vacaciones hay alerta meteorológico.
—¿Te das cuenta que estoy
meado por un dinosaurio? Ni que viviéramos en zona de tornados. Hace 10 años
que no me saco un día de vacaciones. La única vez que se me ocurre descansar,
el mundo se pone en mi contra.
—Bueno. Tampoco exageres,
que la cosa no es para tanto. Bajá al almacén y traé esto que te puse en la
lista. Por lo menos que no nos agarre desprevenidos. Si querés comprá una
cerveza así miramos un peli esta noche.
Día 5:
—¿A vos te parece? ¡Cinco
días seguidos! Es impresionante. Nunca vi caer tanta agua junta. Quinto día de
las vacaciones perdido. Decí que me quedo acá, que si tengo que salir con estos
días así… ¡Qué mala suerte por Dios! No fuimos a ningún lado esperando a que
pare y mirá. ¡Mirá vos! Jamás visto, jamás.
—Ya va a parar. Calmate
amor. En cuanto pare organizamos algo y nos vamos un finde. Tampoco es que los
días están mejores en la playa. Marta me dijo que en la costa se vino un
vendaval terrible y que también están encerrados. Imaginate con los chicos, sin
tele, sin playa y a la noche dice que ni da para salir de lo feo que está. Ella
piensa que se van a volver en cualquier momento. Pero vi en la tele que no
están dejando a nadie salir a las rutas porque hay partes inundadas.
—Que bajón. Sí, tenés razón. Por lo menos
estamos en nuestro departamento, con internet, con películas para mirar… son
vacaciones y como sea hay que disfrutar. Esta noche nos pedimos unas pizzas ¿te
parece?
Día 15:
—Esto está mal… ¡Es el
diluvio de Noé! ¡No puede ser! Encima en la tele no te dicen nada. Pusieron
esas películas del año 20 repetidas y los carteles del alerta meteorológico que
nunca se terminan. La radio repite que no salgamos, que puede ser peligroso.
Lluvia y más lluvia y la reput…
—Ernesto, siempre que
llovió paró. Relajate y salí un poco de la ventana. No va a cambiar nada por
más que te petrifiques ahí. Está todo negro. Pensá que podríamos estar peor. ¡Ni
que estuviésemos inundados! Mirá los que están con el agua al pecho. Los del
litoral, ¡que terrible! Nosotros estamos en un décimo piso, abrigados, juntos.
No se cortó la luz, seguís de vacaciones…
—Sí pero en 3 días ¡hay que
volver a trabajar! Gutiérrez me dijo que el jefe de departamento no está yendo
porque lo evacuaron.
—¿Dónde vive?
—No sé, en un barrio del
conurbano. ¡Pero es tremendo! Perdió el auto porque se le mojó toda la parte
eléctrica. Lo peor es que le dijeron que si no para de llover no pueden volver
a sus casas y después hay que ver que no se les derrumbe nada porque sino andá
a cantarle a magolla… no hay seguro que te cubra con esto.
Día 35:
—Ya no queda mucho de comer
Ernesto. ¿Qué hacemos? Estoy preocupada. No puedo comunicarme con mamá y mi
hermana dice que en Neuquén están igual, con el agua al cuello. Están pensando
irse a la montaña… acá no tenemos montañas, Ernesto. No tenemos.
—No sé. No sé qué hacer.
Podríamos conseguir un bote…
—¿Y a dónde vamos? ¿Vos te
escuchas? ¡Un bote! ¿Y de dónde mierda sacamos un bote? ¡Los 3 primeros pisos
del edificio desaparecieron, Ernesto! La gente ya se fue. Quedamos solo
nosotros…
—No me eches la culpa a mí.
Vos te quisiste quedar por las cosas. ¿Que si nos roban que hacemos, Ernesto?
¿Que si nos vamos y saquean que hacemos Ernesto? ¿Y si perdemos todo? Ahora a
bancarse las decisiones.
—No me grites así… ¿no ves
que estoy sensible? Tengo hambre, tengo sueño ¡Nos vamos a morir acá y vos me
gritás!
—No llores, no llores.
Perdoname… ¿querés que explore en los otros departamentos a ver si encuentro
algo?
—Si, por favor. Necesito comer algo
porque estoy muy triste… Algo dulce sería bueno… Gracias…
Día 128:
La tierra se
cubrió completamente de agua. Ernesto y su esposa fueron los últimos que
quedaron con vida. Encontraron un bote y dejaron el departamento en el momento
en que el agua llegó al piso 8. Ya no tenían provisiones pero Ernesto sacó sus
cañas de pescar y se alimentaron de peces y algas… Dicen que en el día 379 encontraron
una isla y que ahí se instalaron y rearmaron su vida. También dicen que
tuvieron unos cuantos hijos y que finalmente, como Adán y Eva, repoblaron el
planeta. Pero como no hay quien confirme o niegue la historia, todo queda en lo
hipotético. Y en la esperanza por sobre todas las cosas.
Autor: Misceláneas (Soledad
Fernández) - Todos los derechos reservados 2016
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